viernes, 19 de agosto de 2016

FUNCIÓN CONTABLE, EFICIENTE CON RECURSOS HUMANOS

La concepción de la contabilidad ha sufrido diversas transformaciones a lo largo del tiempo, en sus inicios se entendía como un instrumento destinado a servir de recordatorio histórico de las operaciones o actividades pasadas, con su registro en los libros de la entidad (diario, mayor y balance).
En la actualidad, la disciplina contable ha tenido que renovar y cambiar sus prácticas profesionales para entrar a un nuevo mundo y a un nuevo concepto de acuerdo con las exigencias de la globalización y el avance económico. Eso implica conocer y aplicar nuevas estrategias que permitan demostrar el mejor camino frente a una dificultad financiera sin sobrepasar los principios normativos, dando paso así a la contabilidad creativa.
Ahora, los contadores son personas encargadas del manejo y la administración de empresas, y con la información que poseen, orientan a los directivos para la toma de decisiones además de generar compromisos consigo mismos y con la sociedad, en tanto que su función es satisfacer las necesidades de información que pueden tener todos los grupos sociales vinculados a una economía determinada, cuyo ámbito de aplicación es el conocimiento, pasado, presente y futuro de la realidad económica y financiera de cada empresa para la que trabajen.
La contabilidad tradicional no proporcionaba información sobre uno de los activos más importantes de la empresa, el “Capital Humano”, acerca del cual ha existido un constante interés por parte de los diferentes agentes económicos y académicos enfocados al entendimiento de los recursos humanos y su importancia en la cadena productiva.
Dicho concepto en los últimos años ha tomado gran relevancia, y existe ya consenso en entender como capital intelectual, al material intelectual (conocimiento, información, propiedad intelectual y experiencia) que puede ser utilizado para crear valor. Esto no hace sino reforzar la importancia de proporcionar datos sobre los recursos intangibles tanto a los inversores, entidades financieras, etc., como a los directivos implicados en la gestión de los mismos.
De esta manera, si el sistema de contabilidad y control de gestión es esencial para controlar una empresa, éste debe ser adaptado para dar cabida a todos aquellos elementos inmateriales que pueden suponer una ventaja competitiva para la empresa, es decir al capital intelectual.
En ese sentido, estaríamos hablando de un nuevo sistema contable que deberá permitir identificar los elementos intangibles y sus interrelaciones, de modo que pueda inducirse su creación y transformación. Para ello será indispensable la evaluación y la valoración de dichos elementos.
Es así como las cambiantes condiciones empresariales han impulsado tanto la investigación como la aplicación práctica del nuevo concepto, igual que ocurrió con la contabilidad de recursos humanos. Son ahora los organismos reguladores, los únicos en no reconocer la importancia que tiene en las actuales circunstancias una adecuada medición y gestión del capital intelectual.
En general, el capital intelectual se ha desglosado en tres partes o categorías interrelacionadas para determinar su relevancia:
a) Capital humano: es el conjunto de recursos intangibles que poseen los miembros de la organización. Estos recursos pueden ser de tres tipos: competencias (conocimientos, aptitudes, habilidades y saber cómo (know-how); además de la actitud (motivación, capacidad de liderazgo) y la agilidad intelectual (habilidad de los miembros de la organización para lograr la innovación e iniciativa empresarial, la capacidad de adaptación y la creación de sinergias, entre otras cosas).
b) Capital relacional: es el valor que tiene para la organización el conjunto de relaciones que mantiene con su entorno (derivado de proveedores, clientes, poderes públicos, asociaciones de consumidores, agentes sociales, etcétera).
c) Capital estructural u organizacional: es el capital tecnológico (procesos de producción, nuevas fábricas, nuevos productos, reingeniería, I+D y todas las formas de propiedad intelectual poseídas por la empresa); y el capital relativo a la infraestructura de la empresa (sistemas de funcionamiento organizacional, cultura organizacional, procesos de gestión, sistemas de información, etc.). Este capital estructural es propiedad de la empresa.
Es importante señalar que el modelo actual de contabilidad financiera no proporciona información sobre el capital intelectual, además de que trata como gastos del período las inversiones en intangibles, aun cuando pueden estar correlacionados con ingresos futuros. Esto supone que el activo crítico para el éxito en el próximo siglo, el conocimiento, no se reconoce en muchas empresas y, en consecuencia, no se gestiona adecuadamente.
Es por eso que a pesar de los recientes avances en la regulación de los intangibles grandes rubros de dichos recursos no son reconocidos como activos susceptibles de figurar en el balance.
Esto obedece a criterios estrictos que no permiten por ejemplo, incluir formación, publicidad, relaciones con los clientes, capital humano, capital estructural, etc., es decir, gran parte de las categorías del capital intelectual no pueden ser, de acuerdo con las normas contables internacionalmente reconocidas.

Conclusión:
Debemos destacar que, la contabilidad sólo estará completa al integrar al capital humano en un sistema que incluya todos los elementos intangibles de la empresa y las interrelaciones que consiguen aumentar su valor, para así asegurar la supervivencia y el crecimiento de la misma, ya que una empresa que no tenga una rotación de personal, y la experiencia domine en el proceso de la elaboración y prestación de un servicio, mayor seguridad tendrán los inversionistas, pero también al dueño de la empresa no representara una perdida en capacitar a gente que no durara en el puesto. 

Una máquina puede hacer el trabajo de cincuenta hombres normales. Ninguna máquina puede hacer el trabajo de un  hombre extraordinario.-Elbert Hubbard.

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