La concepción de
la contabilidad ha sufrido diversas
transformaciones a lo largo del tiempo, en sus inicios se entendía como un
instrumento destinado a servir de recordatorio histórico de las operaciones o
actividades pasadas, con su registro en los libros de la entidad (diario, mayor
y balance).
En la
actualidad, la disciplina contable ha tenido que renovar y cambiar sus
prácticas profesionales para entrar a un nuevo mundo y a un nuevo concepto de
acuerdo con las exigencias de la globalización y el avance económico. Eso
implica conocer y aplicar nuevas estrategias que permitan demostrar el mejor
camino frente a una dificultad financiera sin sobrepasar los principios
normativos, dando paso así a la contabilidad creativa.
Ahora, los
contadores son personas encargadas del manejo y la administración de empresas,
y con la información que poseen, orientan a los directivos para la toma de decisiones además de generar
compromisos consigo mismos y con la sociedad, en tanto que su función es
satisfacer las necesidades de información que pueden tener todos los grupos
sociales vinculados a una economía determinada, cuyo ámbito de aplicación es el
conocimiento, pasado, presente y futuro de la realidad económica y financiera
de cada empresa para la que trabajen.
La contabilidad
tradicional no proporcionaba información sobre uno de los activos más
importantes de la empresa, el “Capital Humano”, acerca del cual ha existido un
constante interés por parte de los diferentes agentes económicos y académicos
enfocados al entendimiento de los recursos humanos y su importancia en la
cadena productiva.
Dicho concepto
en los últimos años ha tomado gran relevancia, y existe ya consenso en entender
como capital intelectual, al material intelectual (conocimiento, información,
propiedad intelectual y experiencia) que puede ser utilizado para crear valor.
Esto no hace sino reforzar la importancia de proporcionar datos sobre los
recursos intangibles tanto a los inversores, entidades financieras, etc., como
a los directivos implicados en la gestión de los mismos.
De esta manera,
si el sistema de contabilidad y control de gestión es esencial para controlar
una empresa, éste debe ser adaptado para dar cabida a todos aquellos elementos
inmateriales que pueden suponer una ventaja competitiva para la empresa, es
decir al capital intelectual.
En ese sentido,
estaríamos hablando de un nuevo sistema contable que deberá permitir
identificar los elementos intangibles y sus interrelaciones, de modo que pueda
inducirse su creación y transformación. Para ello será indispensable la
evaluación y la valoración de dichos elementos.
Es así como las
cambiantes condiciones empresariales han impulsado tanto la investigación como
la aplicación práctica del nuevo concepto, igual que ocurrió con la
contabilidad de recursos humanos. Son ahora los organismos reguladores, los
únicos en no reconocer la importancia que tiene en las actuales circunstancias
una adecuada medición y gestión del capital intelectual.
En general, el
capital intelectual se ha desglosado en tres partes o categorías
interrelacionadas para determinar su relevancia:
a) Capital
humano: es el conjunto de recursos intangibles que poseen los miembros de la
organización. Estos recursos pueden ser de tres tipos: competencias
(conocimientos, aptitudes, habilidades y saber cómo (know-how); además de la
actitud (motivación, capacidad de liderazgo) y la agilidad intelectual
(habilidad de los miembros de la organización para lograr la innovación e
iniciativa empresarial, la capacidad de adaptación y la creación de sinergias,
entre otras cosas).
b) Capital
relacional: es el valor que tiene para la organización el conjunto de
relaciones que mantiene con su entorno (derivado de proveedores, clientes,
poderes públicos, asociaciones de consumidores, agentes sociales, etcétera).
c) Capital
estructural u organizacional: es el capital tecnológico (procesos de
producción, nuevas fábricas, nuevos productos, reingeniería, I+D y todas las
formas de propiedad intelectual poseídas por la empresa); y el capital relativo
a la infraestructura de la empresa (sistemas de funcionamiento organizacional,
cultura organizacional, procesos de gestión, sistemas de información, etc.).
Este capital estructural es propiedad de la empresa.
Es importante
señalar que el modelo actual de contabilidad financiera no proporciona información
sobre el capital intelectual, además de que trata como gastos del período las
inversiones en intangibles, aun cuando pueden estar correlacionados con
ingresos futuros. Esto supone que el activo crítico para el éxito en el próximo
siglo, el conocimiento, no se reconoce en muchas empresas y, en consecuencia,
no se gestiona adecuadamente.
Es por eso que a
pesar de los recientes avances en la regulación de los intangibles grandes
rubros de dichos recursos no son reconocidos como activos susceptibles de figurar
en el balance.
Esto obedece a
criterios estrictos que no permiten por ejemplo, incluir formación, publicidad,
relaciones con los clientes, capital humano, capital estructural, etc., es
decir, gran parte de las categorías del capital intelectual no pueden ser, de
acuerdo con las normas contables internacionalmente reconocidas.
Conclusión:
Debemos destacar
que, la contabilidad sólo estará completa al integrar al capital humano en un
sistema que incluya todos los elementos intangibles de la empresa y las interrelaciones
que consiguen aumentar su valor, para así asegurar la supervivencia y el
crecimiento de la misma, ya que una empresa que no tenga una rotación de
personal, y la experiencia domine en el proceso de la elaboración y prestación
de un servicio, mayor seguridad tendrán los inversionistas, pero también al
dueño de la empresa no representara una perdida en capacitar a gente que no
durara en el puesto.
Una máquina
puede hacer el trabajo de cincuenta hombres normales. Ninguna máquina puede
hacer el trabajo de un hombre
extraordinario.-Elbert Hubbard.
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